junio 11, 2009

Sin título

-¿Tienes algo?- Preguntó ella, todavía sudando, con esa mirada que denota haber regresado del mundo perfecto, ese que está oculto detrás de una puerta cuyo cerrojo demanda rasguños, movimientos acompasados, gemidos, fluídos, caras de expresiones casi diabólicas y algunas otras cosas para ceder.

-No, nada- Dijo él, también sudando, pero por una causa diferente. Él sudaba por haber tenido que cargarla hasta el pórtico de aquella puerta, por haber tenido que esperarla afuera. Sudaba al intentar recordar cómo era aquél mundo, que muchas veces había recorrido con ella tomado de su mano (aunque nunca fuera realmente el mismo mundo el que percibían los dos, pues era un mundo subjetivamente perfecto), y no poder hacerlo; sudaba al sentirse incompleto, al saberse con el hueco que ahora ella tampoco podía llenar.

1 comentario:

JuLiUs dijo...

El suda, ella suda, todos sudamos...recuerda que las mejores cosas de la vida vienen acompañadas de sudor inclúso, el toquecillo de dramatismo picosito que tiene tu Post sin titulo...asi como en búsqueda de las Utopías sexosas sobre el tipo que carga a la tipa...Saludos don señor