abril 28, 2010

Fragmentos

"También podría mandar todo al demonio" - Me contestó- "El pedo es que después tendría que ir a buscarlo". Por el messenger, con Ruy

"El pollo que comemos está cargado de hormonas femeninas. Por eso los hombres cuando comen este pollo tienen desviaciones en su ser como hombres". Evo Morales

Crucify This. Family Guy

"El problema de la pederastia debe ser un llamado de atención a la sociedad, pues es muy difícil mantenerse casto y célibe cuando hay tantas situaciones en sentido contrario". Felipe Arizmendi

"La Secretaría de Educación Pública favorece el libertinaje sexual porque en los libros de texto no se da una educación sexual, sólo información genital". Felipe Arizmendi.

abril 23, 2010

¡Jajajajaja!

Si quieres reírte mucho, ve ésto

abril 21, 2010

Me faltan ganas

Tengo tarea que hacer, pero no tengo ganas de hacerla. La neta es que no tengo ganas de hacer nada, ni de escribir esto. ¿Alguna vez has sentido cómo corre por todo tu cuerpo un impulso que te obliga a moverte y, al mismo tiempo, tu cerebro se empeña en ordenar a tu cuerpo que se quede quieto? Así me siento ahorita.

Tenía tiempo que no me sentía así, varios años. Recuerdo que cuando era niño esta sensación me era muy familiar, la sentía con mucha frecuencia. La mayoría de las veces me asaltaba mientras intentaba ir a dormir, me obligaba a mantenerme despierto toda la noche, extremadamente angustiado. 

"Este es mi país y esta es mi gente / Gente buena que trabaja..." escuchaba en aquellas noches de insomnio, no recuerdo si era la tonadita-pegajosa de un comercial de Bimbo o del Gobierno (si sabes te agradecería me dijeras). Chale, era verdaderamente aterrador.

abril 15, 2010

Super Metroid

Cuando era niño (no tiene mucho tiempo, pues apenas soy un chamaco), desde los 6 años, tal vez, aunque no recuerdo con exactitud, hasta como por los 15, fui un gamer de corazón (pronto lo volveré a ser, pues la querida Wii vendrá conmigo al Dfectuoso, cosa que me hace muy feliz). 

Si nos ponemos a hacer cuentas, yo debí jugar N64, o por lo menos PS, pues eran las consolas de mi época, pero no, yo jugaba SNes. No tenía N64, era (soy) pobre. Esto me causaría conflictos posteriormente, bueno, dificultades; la primera vez que jugué un videojuego en Gamecube (The Legend of Zelda - The Wind Waker), la primera vez que mi cerebro se tuvo que enfrentar a un videojuego en tres dimensiones, fue una experiencia bastante extraña y un poco aterradora.

El chiste es que me hice bien fan del Super Metroid. Mi hermano Rodrigo coleccionaba la revista Club Nintendo, tenía todos los números desde el primero del primer año hasta el último del sexto, algo así. Saqué las revistas correspondientes al Metroid, leí reseñas, comentarios, bugs, el famoso "Curso Nintensivo"; terminé muchas veces el juego, muchas: con el 100% de ítems, en menos de tres horas, las dos juntas. Me dediqué a comprobar las cosas raras que otros descubrían en el juego y a descubrir otras. En la revista había un nombre bastante famoso, Ocesse Tellebes, un tipo que era bastante bueno en Castlevania, pero muchísimo mejor en Super Metroid. Según los que escribían la revista, Ocesse les había mandado horas y horas de grabaciones de sus juegos. En ellas podían observarse cosas extraordinarias: la ruta a seguir para terminar el juego con el menor porcentaje de ítems, el intento de jugar más de 99:99 para que el reloj regresara a 00:00, etcétera. Resulta que Ocesse tiene su canal en YouTube

Anoche me encontré ésto, el video de un tipo que termina todo el juego en un poco más de media hora. El tipo es todo un maestro.

abril 08, 2010

Aprendiendo

Creo que todo mundo me concederá que existen algunos episodios de vida que, por decirlo de la forma más bonita, es suficiente vivirlos una vez. En los últimos dos años he vivido muchos episodios de este tipo. Creo que ahora he aprendido algo muy valioso: en cualquier momento se puede presentar uno de estos episodios, eso es un hecho; sin embargo, existen ciertos signos que nos hacen darnos cuenta de que uno de ellos se aproxima.

Si estás en el cuarto de un tipo que te dice cosas como: "¿Te late piñata para nombre de un dealer? Esque quiero ponerle así a uno, pero la neta no sé si esté chido" y "Pues claro, cuando sube la gasolina todo sube porque pues todo se mueve en coche, los boing, el chupe y así", al lado de ti está un tipo acostado, en posición fetal, pidiéndote que no le hables en español, que le hables en papagayo y al otro lado está un tipo con una guitarra, de cabello largo, ojos delineados y arete en la oreja, como una mezcla entre Alex Lora y David Bowie; cuando estás rodeado de estos tipos, decía, sabes que una situación-suficiente-con-vivirla-una-vez se aproxima.

"Cámara, ya me voy", dices, "Acompáñame por un taxi, Alex Bowie" (nombre cambiado en mor del anonimato de mi compa). Sales. En el primer poste de luz que tus ojos perciben encuentras un letrero pegado, "Cámara de vigilancia las 24 horas. No se te ocurra hacer nada malo cabrón, te estamos viendo, siempre, como Dios, como el Gran Hermano", se lee en él. Caminas hacia la esquina; ahí está una patrulla, Alex y tú (yo) caminan (¿caminamos? Ya me hice bolas, chale) por enfrente de ella, la patrulla se jala a dar la vuelta. Esperas, sentado en la banqueta, que un piadoso y de-buen-corazón taxista se acerque y te lleve a casa, sin cobrarte de más; esperas que en el camino te cuente un poco de cómo ve la vida, de qué cambia en el ser humano al vivir siempre de noche, siendo quien acarrea personas, quien une historias, quien puede jugar a ser espectador. Nada, ni madres, no hay ni un taxi-vocho-pirata al cual subirse. Pasan 15 minutos, regresa la patrulla. Se estaciona antes de llegar al tope que tienes a la izquierda, como a dos metros. El policía enciende la madre esa que traen las patrullas, un foco bien potente que alumbra mucho; un intenso dolor recorre velozmente toda tu cabeza, quemando cualquier pensamiento que tuvieras en ese momento, lo último que recuerdas es cómo se iluminó el perfil de la patrulla un instante antes de que la luz fuera lo suficientemente potente como para no dejarte ver. Sacudes la cabeza, empiezas a distinguir la calle, la banqueta, la patrulla. Apenas te recuperas de la lampareada, escuchas un chirrido metálico, como el que produciría la puerta del camper de la camioneta que ha estado enfrente de ti desde que llegaste, pero de la cual hasta ahora has cobrado conciencia, cuando alguien la abriera. La puerta de la patrulla se abre, el policía (imposible describirlo; policía) se baja de ella y camina hacia la camioneta, con un arma en las manos. El policía se recarga de la pared, pone cara de policía-que-sabe-lo-que-hace y se agazapa, intentando vislumbrar al causante del ruido. 

"Creo que lo mejor será quedarme a dormir aquí y ya mañana regresar a casa", piensas. Regresan.

abril 05, 2010

Se terminaron las vacaciones

Entonces hay que regresar al DF, a la gran ciudad. A la ciudad más misteriosa, la más sensual, la más peligrosa; la mejor amante. Hay que entrar de nuevo al metro, la cadena que nos transporta de sueño en sueño, para volver a ver caras con muecas diversas, en las que se refleja el paso del tiempo, en las que algunas veces reconocemos cómplices, otras enemigos. 

Mientras llego a mi destino mis ojos empiezan a fijarse en los detalles. Hay gente que parece estar bien, contenta. Otros son indiferentes, la gran mayoría; han aprendido a no mostrar sus sentimientos, a ser una especie de autómatas; ellos son los que sobreviven de mejor manera aquí. De pronto veo a un hombre, de semblante completamente triste. A través de sus enormes ojos negros, negros como la noche más oscura, podía observarse el gigantesco agujero que aquejaba a su espíritu. Su cara estaba inmóvil, ocasionalmente su ceja izquierda se levantaba repetidas veces, a gran velocidad; era una especie de reflejo que se desencadenaba cuando respiraba más profundamente. El hombre estaba cansado de llorar, parecía estar a punto de desfallecer. Tocaba, con movimientos lentos y armoniosos, su descuidada barba, de tal vez dos semanas. El metro se detuvo en Viveros, el hombre se paró, me dirigió una sonrisa torcida y se fue.