julio 01, 2009

El viaje

Veía la flama doble, pues hacía bizco debido a que el encendedor estaba muy cerca de su rostro. Inhaló con toda su fuerza, sintió su garganta caliente, casi incendiada por querer ser un dragón invertido. La punta de la flama que alcanzaba a rozar su garganta llevaba consigo un acompañante, -había pasado por él a su cueva de metal pintada de azul- el humo verde.

Cuando llegó el humo a su sangre ya no pudo resistir más. Se fue volando a un lado de él, por el mundo que es casi idéntico al nuestro, sólo que un poco borroso, rodeado de niebla espesa. En dicho mundo sus dudas lo acosaron más de la cuenta; sus inseguridades, pasiones, deseos, miedos y gozos danzaban rodeándolo, asfixiándolo.

Ya no podía más, el no-estar-seguro empezó a invadir todo lo estar-seguro, el miedo se comió a la valentía, y, no conforme, también a la ilusión. Las pasiones resistieron un poco más la batalla, pero al final murieron al ver a la cotidianidad, la más agerrida y temible de las guerreras.

Su pequeño ejército fue asesinado por el de aquél mundo. Cuando regresó a nuestro lado de la realidad venía escurriendo en sangre, pues sus guerreros, a quienes llevaba cargando bajo sus hombros, habian derramado toda su vitalidad líquida en él. Ahora vive desprotejido, sin ejército que lo cuide.

(Esperando que lo leas, aunque casi convencido de que no lo harás).

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola, ke buen relato :) t xtraño quidate mucho saludos.
Vanilla