diciembre 22, 2008

Amor

"Ya no quiero vivir así", le escucharon decir sus captores. Ya llevaba tres meses en el mismo cuarto, sin salir al aire libre ni ver los rayos de sol.

"No hice nada para merecer este castigo", continuaba, "Ella me lo pidío, no lo hice con violencia, era la única salida posible". Sus captores no le hiceron caso, sacaron de entre las brasas de la fogata el tubo de metal al rojo vivo y laceraron sus testículos, su cara y su estómago; lo violaron, cagaron encima de él, se masturbaron los dos y arrojaron el semen en la cara de Alberto. Murió de dolor.

Sólo cinco meses antes, en el departamento de su novia, Alberto había cometido lo que para muchos era una hazaña atroz. Después de acuchillar cuarenta y ocho veces a su novia, vació el cartucho de su 9mm sobre sus pechos, la desnudó, hizo más grande su vagina con un cuchillo, perforó su estómago y la penetró por el nuevo hueco.

Huyó del departamento, se fumó un cigarro y anduvo en la penumbra de la noche durante 6 horas. Al amanecer, Alberto se paró enfrente de la puerta del departamento, vió fijamente a sus antiguos cuñados y cerró los ojos. Ellos lo derrumbaron, llenaron su cara de golpes, lo amarraron y se lo llevaron en la cajuela del viejo automóvil hasta el sótano de su casa.

En el trayecto, Alberto empezó a recordar el incidente. Su novia se lo había pedido, le dijo que no había otra opción, la debía apuñalar, balear, violar, matar. De todas formas sus hermanos lo harían, ella había hecho lo peor.

Después de haberle quitado todos sus ahorros a su abuela medio ciega, María, la novia de Alberto, abrió un tanque de gas, dejó que toda la casa se llenara de éste y salió. Lo único que faltaba era que su abuelo, diagnosticado con enfisema pulmonar desde hacía dos años, se despertara y prendiera el cigarro mañanero. Fácil.

En un mundo justo, María hubiera sido una asesina, no una víctima. Alberto la amaba, o por lo menos eso creía. El amor, arma en extremo peligrosa, hace al mundo una injusticia interminable, pareciera que lo cambia. Cuando amas a una persona, no te importa hacerle daño, porque simpre lo haces pensando en ahorrarle un mal.

1 comentario:

DÆMOИ dijo...

Me gustó la historia.