octubre 27, 2009

Real de Catorce

Desde "Pago mi renta con un poco de Blues", "Mujer sucia", "Mujer liviana", "El lobo", hasta "Dramas para piano y violín", "El suicidio del cisne" y "Patios de Cristal", Real de Catorce nos ha dado grandes canciones. Si alguien se detiene a leer este blog le recomiendo ampliamente escuchar a esta gran banda.

Ya se me ocurrirá algo más para escribir.
Lola, no olvido nuestras letras compartidas, ya pronto escribiré mi parte, lo prometo.

¡Qué buenos juegos había para el SNes! Mis favoritos (no están ordenados de más favorito a menos favorito, nomás están en el orden en el que me acuerdo de ellos):
- The Illusion of Gaia
- Zelda III. A link to the past.
- Super Mario RPG
- Super Mario World
- Mortal Kombat III
- Tales of Phantasia (el Tales of Shymphonia, para Game cube, también está muy muy chido)
- Street Fighter Alpha 2
- Super Metroid (lo he terminado con el 100%, con el 28% (cuesta un huevo y la mitad del otro) y en menos de tres horas)

Mi SNes cada vez sirve menos, ya está muriendo y las memorias de mis cartuchos están amnésicas, pero aún así el Super Nintendo ha sido la mejor consola de todos los tiempos. Los de Sony deberían echarle un ojo a los controles del SNes, para que dejen de hacer esos controles todos feos que me sacan ampollas.

"Y vienes al hotel a darme una transfusión de alcohol y carne./Y vienes, te vienes y vas."

octubre 19, 2009

Otra vez, sin título

Cuando entré a la facultad, en primer semestre, me hice amigo de Luis, un tipo sumamente inteligente y extraño. Algún día lo escuché participar en alguna clase y me llamó la atención. Nos hablamos, nos estimamos y nos reímos juntos muchas veces. Él dejó de ir a clases a medio semestre, pensé que nunca más lo volvería a ver. Cuando entré a segundo lo volví a encontrar, asistía a sus clases como si nunca hubiera dejado de hacerlo. Después de dos o tres semanas volvió a irse, esta vez para siempre.

Ha pasado bastante tiempo desde la última vez que hablé con él (o él conmigo), ya nunca supe si podríamos sobrevivir a una amenaza zombie, ni si alguna vez podría complir su ideal de dejar de comer, al estilo Novela-de-Auster. No sé muchas cosas, ni siquiera si sigue vivo.

Todos los ejércitos buscan reclutar gente en sus filas. Mi ejército de una sola persona lo había reclutado para que pudiéramos pelear juntos, sin saber contra qué. Mi ejército, como cualquier otro, es injusto, cree que su batalla es la única que es justa, que no daña a nadie, cree que necesariamente debe pelear. Mi ejército es igual de pendejo que cualquier otro, se excusa en posturas desgastadas que claman paz para cometer los actos más atroces. Mi ejército gusta de juzgar a los demás, reprobando sus posturas, sabiendo que él mismo las tiene.

Luis ni siquiera murió en batalla, se retiró, abandonando a los demás (a mí). Otra vez estoy solo, peleando por la causa injusta, contra el mundo, cansado de sostener un ideal que no lo es.

Desde la secundaria, después de leer 1984, sabía que no quería vivir como ellos, no-pensando. Me empeñé en resistir, citando a Orwell y a su novela como se cita a Dios y la Biblia. Ahora me doy cuenta de la insensatez de mi resistencia, ahora que ya no recuerdo la novela, ahora que sólo repito algunos fragmentos muertos. La lucha ha perdido sentido, el culpable soy yo.

¡Qué difícil es, después de llenar de minas al mundo, caminar en él, intentando esquivarlas! Las minas ni siquiera fueron puestas con buenas razones, no. Las puse al calor del prejuicio, con la mente completamente cerrada, poniendo a todo el mundo en categorías para después despreciarlas todas, sin darme cuenta de que, irremediablemente, yo estoy inmerso en muchas de ellas. Me doy cuenta, ahora, de que mi consigna ha sido odiar a todo el mundo por no ser como yo, pero ¿cómo soy yo? como todo el mundo. Me odio por odiar a todos, por sentirme superior sin ninguna razón, me odio por odiarme.